viernes, 18 de mayo de 2012

EL PORTALÓN:

El portalón es una puerta de grandes dimensiones situada en la trasera de una casa de pueblo; generalmente se trataba de  casas de labranza, llenas de aperos, animales, y multitud de utensilios  que acarrear. Las traseras eran tremendamente útiles para que pudieran entrar y salir los animales y los carruajes.
En Villalón hay muchos portalones, unos viejos y otros nuevos, algunos de ellos ya se elevan con mando a distancia.
Pero otros perviven, venciéndose hacia abajo, atados con candados, carcomiéndose la madera, pintados de varios colores, generalmente marrón o verde para darles un poco de ánimo, esperando que alguien les sustituya por otro nuevo, o dejándolos al abandono junto con la edificación de barro que los sostiene.

A nuestro portalón le ha llegado la hora de ser sustituido; ignoramos la edad que tiene, seguramente provenga de la época medieval, o casi, hay que verlo! nos daba tanta pena cambiarlo, que intentamos restaurarlo, pero el pobre no tenía por donde cogerlo. Así que, finalmente, después de 12 años sin poderlo abrir ni cerrar (y por tanto sin poder disfrutar de la trasera), lo hemos quitado de su perpetua ubicación y en su lugar hemos colocado un bonito y joven portalón a imagen y semejanza del viejo, pero mucho más lozano.


He ahí la anécdota del portalón: un día entero duró la maniobra del desalojo del portalón medieval, y en éstas que aparecieron curiosos preguntando a ver qué haríamos con él (unos lo querían para leña y otros para chatarrería, más bien para antiguedades diría yo); entonces nos dió tanta pena imaginarlo hecho trizas calentando un lechazo, que empezamos a revalorizarlo de nuevo y lo fijamos en la pared contigua al portalón nuevo.

De esta manera los dos portalones pueden comentar entre sí sus peripecias: El nuevo no tiene mucho qué contar, pero el viejo se las sabe todas; por ejemplo sabe que la calle trasera en cuestión , que ahora se llama la calle de la Invención (algún día habrá que descubrir por qué se denomina así), antes se denominaba la Ronda de las Brujas (volvemos al medioevo), y resulta que ahí vivía la Bruja Tana, que hacía de las suyas apareciéndose en el obrador de pan por las noches, mientras los panaderos hacían los bollos de la virgen.

Mis hijos dicen que ahora se llama la calle de la Invención por que finalmente se descubrió el secreto de la Bruja Tana, y que en lugar de tener poderes sobrenaturales, lo que tenía era un complicado mecanismo para parecer que se trataba de magia.